Blog

La urgencia de un nuevo sistema fiscal para Navarra

En año electoral, la fiscalidad suele ser uno de los temas protagonistas y coincidente con ello seguimos conociendo y teniendo datos que avalan y confirman que la fiscalidad de Navarra no es la que era y nos sitúa en una posición de desventaja con respecto a otras comunidades autónomas de nuestro país.

Uno de ellos es el elaborado por el Consejo General de Economistas que, en su reciente informe anual “Panorama de la Fiscalidad Autonómica y Foral 2023”, comparaba la fiscalidad de las comunidades autónomas. Navarra es la segunda comunidad en términos de tipos máximos agregados, y ocupa las primeras posiciones en IRPF y patrimonio para alguno de los diferentes escenarios elaborados en el informe.

Hace unos días, el Círculo de Empresarios presentaba en la Cámara de Comercio la “Encuesta Empresarial Circulo 2022” en el que destacaba que el 60% de los empresarios ve la carga impositiva perjudicial para la competitividad de su empresa o de su sector.

Más recientemente, la Cámara de Comercio de Navarra, la Confederación Empresarial Navarra (CEN) y la Asociación para el Desarrollo de la Empresa Familiar Navarra (ADEFAN) hemos presentado el informe “Mejora en la competitividad fiscal de Navarra: análisis comparado en materia tributaria y retos a futuro”, elaborado por Cuatrecasas, que nos aporta una foto muy similar. Centrada en la fiscalidad dirigida a las empresas, revisa detalladamente los principales tributos, comparándolos con el territorio común y la normativa fiscal del País Vasco y realiza sugerencias con el fin de reducir y evitar desventajas comparativas para las empresas y profesionales en Navarra.

A partir de esta evidencia y de la visión de las empresas, no resulta fácil defender que nuestra fiscalidad sea el instrumento de política económica que Navarra necesita, ni que esté diseñada para facilitar e impulsar que las empresas de su territorio sean más competitivas que su competencia.

Tras la reforma fiscal del 2015 desde la Cámara de Comercio abogamos por impulsar un sistema fiscal que, como instrumento de política económica, facilitara e impulsara que las empresas de nuestro territorio fuesen más competitivas (o en todo caso, no menos) que su competencia. Esto es así porque, en la medida que las empresas sean competitivas, podrán generar mayores salarios y retornos a la inversión, lo cual a su vez retornará positivamente, vía fiscal, en los ingresos públicos.

Para ello, nuestro sistema fiscal debe ajustarse a los principios básicos impositivos de eficiencia económica, equidad horizontal y sencillez. Ocho años después de aquella primera reforma, diferentes informes siguen situando a Navarra en una posición de desventaja en relación con otras comunidades y regiones de nuestro entorno, con las cuales competimos en la atracción de talento y capital. Como se reconoció en la citada presentación de la Encuesta Empresarial Circulo 2022, la Comunidad foral ya no es un territorio en el que las empresas se fijan como destino de inversión. Hablamos de grandes empresas, pero también de pequeños empresarios o trabajadores, de talento, que cuando preguntan cuánto van a tener que pagar en su declaración de la renta se dan cuenta que les resulta mejor establecerse en otras regiones.

Es necesario analizar la situación de nuestra querida Navarra para diseñar un modelo de política fiscal que nos permita alcanzar un equilibrio entre recaudación suficiente, pero que también impulse y favorezca la actividad económica, fomentando la creación de empleo, las inversiones productivas, el ahorro, las nuevas tecnologías y el talento. No pensemos sólo en las grandes compañías. Como nos trasladan continuamente las empresas, nuestra Comunidad requiere atraer y retener talento. Esto es fundamental si queremos competir y tener un papel protagonista en España y Europa en esta etapa de transición hacia la economía del dato. Otras comunidades lo están haciendo y están ganando. No perdamos oportunidades.

Además, ya lo hicimos en el pasado cuando nuestros gobernantes convencidos de que, con nuestra autonomía fiscal, que más tarde fue reconocida en la Carta Magna, podía transformar una sociedad de agrícola en industrial y no, por ello, menos igualitaria con la que alcanzamos las mayores cotas de bienestar con los mejores estándares de calidad, tanto nacionales como europeos, en educación, sanidad y empleo.

 

Javier Taberna Jiménez
Presidente
Cámara Oficial de Comercio, Industria y Servicios de Navarra