
La Comunidad de Bardenas Reales, un tesoro oculto
Hace ya algún tiempo tuve la suerte de conocer más de cerca una increíble y secular Institución navarra como es LA COMUNIDAD DE BARDENAS REALES. Reconozco que, prácticamente desconocía tanto su historia como su peculiar regulación jurídica, pero lo que más me sorprendió fue comprobar como desde la montaña navarra hasta la ribera del Ebro, 19 municipios, 2 valles (Salazar y el Roncal) y un Monasterio (La Oliva) estaban unidos en un proyecto común, superando sus diferencias, ideologías con un profundo sentimiento común de pertenencia.
Muchas veces desconocemos nuestros tesoros con la ignorancia que provoca su propia cercanía, es decir, como «están ahí» no les prestamos ni el cariño ni el interés debidos. Sin embargo, cualquier enamorado de Navarra y de sus gentes debería enorgullecerse de que la Comunidad de Bardenas Reales no solo sea parte de nuestra historia y de nuestro patrimonio, sino que también porque contribuye a la cohesión territorial y al desarrollo social y económico de Navarra.
Así, gracias al acuerdo entre la Comunidad de Bardenas Reales y el Ministerio de Defensa los ingresos para Comunidad desde el año 2008 han alcanzado los 157,9 millones de euros, que suponen el 84% de su presupuesto de los últimos seis años. Pero es que, además, estos ingresos se han utilizado eficientemente, realizando 556 inversiones, mejorando las oportunidades de desarrollo en localidades en riesgo de despoblación, desarrollando proyectos de protección y conservación medioambiental, conservando el patrimonio y generando actividad económica y de empleo y con ello contribuyendo al bienestar de sus ciudadanos.
Otro aspecto curioso es el apelativo de “congozante”. Siempre me ha parecido un término castellano único, singular y maravilloso que significa, ni más ni menos, que gozan en común o juntos, lo que ya invita a conocer más a fondo, su larga e interesante historia.
La Comunidad de Bardenas se remonta al año 882 (“solo” hace 1143 años) cuando el rey de Pamplona Fortún Garcés convirtió a los roncaleses en los primeros congozantes por su apoyo militar contra los musulmanes en su particular reconquista de las tierras fronterizas de la ribera del Ebro. A los roncaleses se les concedieron derechos de uso sobre el territorio conquistado, que comenzó a denominarse Bardenas Reales y así los siguientes reyes continuaron ampliando estos privilegios a otros pueblos y valles que les apoyaban.
Fue Felipe V, el primer rey Borbón, el que rubricó el 14 de abril de 1705 la Real Cédula para «el uso y disfrute de las Bardenas Reales» que hoy continúa plenamente vigente. He de confesar que el texto de este documento me sorprendió por su fuerza y rotundidad cuando, entre otras cosas, dice:
«Aseguro y prometo por mi fe y palabra real por mí y por los Reyes mis sucesores que habrá y en todo tiempo (…) y la dicha y merced será irrevocable como contrato hecho entre mí y vos y os será firme y estable y valedera perpetuamente para ahora y para siempre jamás».
Es evidente que la historia de la Comunidad de Bardenas Reales está íntimamente unida a la Corona de España; como también es evidente que antes sabían blindar sus acuerdos mucho mejor de lo que lo hacemos ahora.
Por todos estos motivos, la Cámara Oficial de Comercio, Industria y Servicios de Navarra ha concedido este año su Premio Especial a La Comunidad de la Bardenas Reales, que será entregado el próximo jueves 25 en el marco incomparable del Monasterio de la Oliva, otro congozante. Se trata de un reconocimiento que va mucho más allá de un paisaje extraordinario, de una fotografía, de Castildetierra, del Cabezo de las Cortinillas, la Pisquerra o el Rayón, porque es también un motor económico desde hace más de 14 siglos y es un ejemplo perfecto de cohesión natural entre los habitantes: nos demuestra que cuando los navarros nos empeñamos en un proyecto común como esta Comunidad, desde el verde de los Pirineos (Salazar y Roncal) hasta la Ribera del Ebro, sabemos unirnos, respetarnos y convivir. Y con ello, «congozar».
Con este Premio también queremos transmitir un mensaje de esperanza, sobre todo en estos tiempos de frentismo, constantes conflictos y diferencias irresolubles, de que los navarros podemos olvidar nuestras diferencias para escoger sólo lo que nos une, que es mucho, y dejar a un lado lo inútil.
JAVIER TABERNA JIMÉNEZ
Presidente
Cámara Oficial de Comercio, Industria y Servicios de Navarra