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Informe Draghi: ¿Será la Unión Europea capaz de asumir el reto?

El pasado 9 de septiembre se presentó “El informe sobre el futuro de la competitividad europea” elaborado por Mario Draghi en el que realiza un diagnóstico sobre la competitividad europea, y las medidas que es necesario tomar para que Europa incremente su competitividad y mejore su tasa de crecimiento en el futuro. Europa tiene un problema de envejecimiento y de baja productividad. Si en 1995 la productividad de Europa era el 95% de la de Estados Unidos, en la actualidad se acerca al 80%. Desde el año 2000, la renta disponible per cápita ha crecido prácticamente el doble en Estados Unidos que en la Unión Europea. Sólo cuatro de las 50 mayores empresas tecnológicas mundiales son europeas. Es decir, Europa está perdiendo la carrera de la innovación, la productividad y la competitividad, y ello se traduce en menor crecimiento.

 

Una muestra de ello, que ya vemos en nuestras calles, es el desarrollo del vehículo eléctrico chino y su entrada en el mercado europeo. En la última década China ha invertido al menos 280.000 millones de dólares en el vehículo eléctrico y se posiciona como un verdadero competidor de los fabricantes europeos y americanos. Es cierto que se beneficia del apoyo estatal, pero no lo es menos que el desarrollo tecnológico y la competitividad de la industria china ha aumentado de forma espectacular en los últimos años.

 

El informe lo deja claro: si Europa quiere seguir manteniendo sus pilares de prosperidad, igualdad, libertad, democracia y sostenibilidad debe crecer más y, para eso, tiene que ser más productiva y cambiar de manera radical.

 

Este cambio lo centra en tres aspectos: reducir la brecha de innovación con Estados Unidos y China, y especialmente en tecnologías avanzadas, llevar a cabo un plan coordinado de descarbonización y competitividad y en tercer lugar incrementar la seguridad y reducir la dependencia del exterior, especialmente de materias primas críticas.

 

Dada la distancia que separa a Europa de sus competidores, la inversión debe ser ambiciosa y el informe lo cifra en el 4% del PIB europeo, unos 800.000 millones de euros anuales en innovación, energía y defensa. Para financiar tal volumen de inversión se propone recurrir a la emisión de deuda común, como ya se hizo con los fondos Next Generation EU.

 

Hecho el diagnóstico y propuesta la solución, posiblemente el mensaje más claro es que para conseguir dichos objetivos, es necesario hacerlo de manera coordinada y agilizar la toma de decisiones. Cuando el autor se pregunta cuáles son los obstáculos y qué frena el avance, su respuesta es la falta de coordinación y unión entre los estados y la enorme burocracia que ralentiza la toma de decisiones.

 

Una de las diferencias entre Europa y sus competidores es que las estrategias nacionales en EE. UU. y China son claras y se implementan de manera rápida y decidida. En Europa esto no es así. Las leyes en Europa deben consensuarse por los estados miembros antes de ser finalmente aprobadas y una vez esto ha ocurrido, cada país debe transponer la norma europea a su legislación nacional, lo cual lleva tiempo y no todos los países lo hacen al mismo ritmo. Un ejemplo de ello es la transposición de diferentes medidas del Pacto Verde europeo, o la velocidad y grado de ejecución de los propios fondos Next en cada país.

 

Como muestra, hace unos días el CEO de Stellantis, Carlos Tavares, criticaba la situación en la que se encuentra el sector del automóvil en Europa por la dificultad de hacer previsiones, cambios de última hora en la normativa de emisiones Euro 7, o la posibilidad de retrasar los objetivos fijados para 2035.

 

El problema de Europa no es que no cuente con capacidad de investigación, ideas, grandes empresas o tecnología competitiva. El problema es que el entorno europeo (la segmentación del mercado, la excesiva normativa o la lentitud de la burocracia) no permite ni incentiva obtener su máximo potencial.

 

Las medidas proteccionistas pueden ser un alivio a corto plazo, pero en el largo plazo no son la solución. La solución pasa por transformar el mercado europeo, y este es el verdadero reto, que todos los países europeos sean capaces de ponerse de acuerdo en cuestiones que hasta ahora han supuesto un escollo, como avanzar hacia la unión bancaria, transformar el mercado de capitales, o la forma en la que se toman las decisiones en Europa. Sinceramente, ahora mismo esto parece muy complicado.

 

Aunque en las últimas elecciones europeas el bloque de centro europeísta obtuvo la mayoría de los escaños, los partidos de extrema derecha euroescéptica cobran mayor peso en países importantes como Francia, Italia o Alemania y su influencia puede suponer un freno en la toma de decisiones de la envergadura propuesta por el informe. Europa cuenta con el potencial y los valores esenciales para hacer frente a este desafío histórico y no quedarse rezagada, pero es necesario que exista voluntad política acorde con la magnitud del reto.

 

Fernando San Miguel
Responsable de Estudios Económicos
Cámara Oficial de Comercio, Industria y Servicios de Navarra

 

Artículo publicado en Diario de Navarra el 28 de septiembre de 2024