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La nueva Globalización, nueva estrategia de internacionalización

Cuando me encontraba terminando este artículo sobre los cambios tan vertiginosos que se están produciendo en la globalización y, por ende, en la internacionalización de nuestras empresas, hemos tenido conocimiento de un nuevo suceso que me ratifica en la creencia de que los dos nuevos bloques mundiales están midiendo sus fuerzas como dos púgiles en el ring. Me refiero a la presencia y posterior derribo del globo aerostático espía chino paseándose por Alaska, Canadá y luego por las praderas y montañas de los estados de Idaho y Montana que, junto con las amenazas chinas de invadir la isla de Formosa, no nos hacen presagiar nada bueno. Estoy seguro de que ni los propios protagonistas saben cómo terminará esta escalada de gestos poco amistosos y siempre provocadores.

 

Pero, en todo caso, estos hechos si me hacen ratificarme sobre el objetivo de este artículo, que no es otro que advertir y llamar la atención de la necesidad que tenemos todos y, sobre todo, nuestras empresas, de prepararse para los cambios se avecinan en la llamada globalización tal y como la conocíamos hasta ahora.

Esta tendencia ya venía de lejos. Antes de la pandemia, muchos hablábamos de que se estaba fraguando un cambio en la globalización y, con ella, una transformación de los mercados internacionales. Durante la pandemia comprobamos que la deslocalización de los productos básicos tenía el excesivo y peligroso riesgo de la dependencia, sobre todo, cuando esos países hoy se encuentran en el “Otro Bloque”. Y después de la pandemia, la guerra de Ucrania ha descubierto las “vergüenzas” de Europa al comprobar su dependencia de materias primas y energía que nos hace especialmente vulnerables y, es posible, también que muchas empresas de Occidente huyan de China; pero no para volver a casa, sino para buscar nuevas localizaciones ventajosas y de menor riesgo.

Haciendo un poco historia, la globalización se creó fundamentalmente sobre la base de la mano de obra barata: el capital podía viajar de manera libre a localizaciones donde fuera más productivo y rentable. Primero fue Estados Unidos, que jugó un papel fundamental en la extensión del libre comercio, pero llegó la Administración Trump y su política “America first” o lo que es lo mismo “América para los americanos”.

Después afloraron las dudas e incertidumbres sobre China que, a pesar de haber conseguido que parte del mundo industrializado dependa de su producción, ya han empezado a sufrir, en sus propias carnes, sus desajustes estructurales y, especialmente, las grandes desigualdades sociales que, sin duda, le van a impedir o, al menos, limitar su crecimiento.

Por estas y otras muchas razones, me atrevo a afirmar que la globalización no se ha extinguido, pero, sin duda, se está transformando rápidamente. Estamos ante una nueva etapa donde las ventajas en costes laborales han ido perdido peso conforme ha subido la renta en muchos países como España. Además, la tecnología -el teletrabajo como fenómeno global- ha permitido que los procesos productivos sean menos intensivos en mano de obra; y el peso de servicios digitales, I+D, la propiedad intelectual, el diseño o el software, en definitiva, las nuevas tecnologías serán factores que influirán de manera decisiva, en la nueva globalización.

Sin embargo, las ventajas del comercio internacional siguen siendo preferibles al aislacionismo. La transformación es y será importante, pero el mundo seguirá interconectado y deshacer cadenas de valor o reducirlas radicalmente, será todavía muy complejo y costoso.

A mi juicio, la nueva globalización estará caracterizada por la agenda climática, las tensiones geopolíticas y la vuelta a la economía de bloques, la protección de “industrias críticas”, y cierto realojamiento de la producción de bienes estratégicos. Se pondrá en valor la cercanía a los centros de producción (especialmente de productos básicos), las relaciones comerciales se “regionalizarán” entre “aliados”, y las cadenas de suministro serán más cortas, con mayor protagonismo de las economías regionales, donde cobrará una gran relevancia la llamada economía circular.

En definitiva, como decía al principio de este artículo, deberemos estar preparados para los cambios geopolíticos y económicos que se avecinan. Cambios que, sin duda, alterarán las estrategias de internacionalización. Pero les aseguro que ante este panorama, las empresas navarras podrán encontrar a su mejor aliado en la Cámara Oficial de Comercio, Industria y Servicios de Navarra que, como siempre y en colaboración con el Gobierno de Navarra, les ayudará a adaptarse a la nueva realidad global, reforzando o buscando nuevos mercados.

 

JAVIER TABERNA JIMÉNEZ
Presidente de la Cámara Oficial de Comercio, Industria y Servicios de Navarra