Preparándonos para el nuevo orden mundial
Ya casi no nos da tiempo de poner números a las revoluciones industriales. Algunos aseguran que estamos inmersos en la quinta y otros expertos hablan abiertamente de la sexta, pero la realidad es que esa revolución es ya permanente y constante. Prácticamente cada día, el futuro deja de ser el futuro para convertirse en el presente.
Y el presente asusta: esta revolución constante se enmarca en un ‘hoy’ y un ‘ahora’ donde se aceleran cambios geopolíticos cruciales en el devenir de la humanidad, que seguramente cambiaran la correlación y hegemonía de las grandes potencias mundiales, donde la amenaza de una superpoblación es cada vez más tangible teniendo en cuenta su relación directa con los recursos naturales de nuestro planeta (o la gradual escasez de los mismos), donde la realidad apremiante del cambio climático obliga a implementar políticas medioambientales de urgencia a un ritmo al que jamás hemos conocido, donde la pandemia se ha llevado miles de vidas y nos ha demostrado nuestra tremenda fragilidad como especie y donde, tal vez como consecuencia directa de todo lo anterior, mandatarios perturbados y oportunistas como Vladimir Putin aprovechan el caos global para invadir Ucrania y poner sobre el tapete la amenaza de una Tercera Guerra Mundial.
Es inevitable que con todo esto en la mochila nos sintamos inseguros, amenazados, intimidados. La consecuencia directa de todo esto es el miedo, y la consecuencia directa del miedo es el inmovilismo. Frente a esa inseguridad, a esa amenaza y a esa intimidación, un aparente instinto de supervivencia nos invita a quedarnos quietos, a mantenernos en nuestra zona de confort o, en el mejor de los casos, a movernos con prudencia extrema. Y, sin embargo, en estos tiempos y ante la perspectiva de un nuevo orden mundial, lo que conviene es exactamente lo contrario: moverse y adaptarse cuanto antes al CAMBIO.
Moverse para encarar la trascendencia de una economía sostenible y circular, es decir, para habituarnos a una presumible era de carestía que nos obligue a compartir, reutilizar, renovar y reciclar materiales y productos durante el mayor tiempo posible. Moverse para hacer frente a los cambios que producirá un previsible pinchazo de la globalización, ya que las épocas bélicas cierran irremediablemente las barreras que el ser humano haya podido abrir con anterioridad. Moverse para adaptar la actividad empresarial a los nuevos mercados internacionales y a los nuevos retos tecnológicos.
De ahí que las Cámaras de Comercio Españolas, como ya lo hemos venido haciendo en los momentos más críticos de nuestra historia, tenemos la obligación de acompañar y ayudar a nuestras empresas a que esta apasionante y necesaria aventura DEL CAMBIO se realice por caminos seguros, sin incertidumbres, para que los empresarios pierdan ese miedo que puede paralizar a una sociedad inmovilista en un instante decisivo de la historia.
Para ello, las Cámaras de Comercio deberemos ser las que primeras nos adaptemos a los CAMBIOS para así poder cumplir con las funciones que tenemos encomendadas en nuestra legislación cameral que nos son otras que las clásicas de: INFORMACIÓN con la gestión y utilización en beneficio de las empresas, de los miles de datos que manejamos a través de nuestra amplia red cameral; FORMACIÓN, potenciando sobre todo la Dual para tener siempre las cualificaciones profesionales que se necesiten y, por último, la PROMOCIÓN e impulso de la transformación digital y energética de las empresas así como su internacionalización, sin olvidar las certificaciones empresariales necesarias para poder garantizar el cumplimiento estricto de las buenas prácticas empresariales.
En definitiva y como anuncia el título del escrito ¨Preparándonos para el nuevo orden mundial ¨.
Javier Taberna Jiménez
Presidente
Cámara Oficial de Comercio, Industria y Servicios de Navarra
Publicado en Diario de Navarra el 31 de abril de 2022