La internacionalización, la gran olvidada
La internacionalización, la gran olvidada
Estamos inmersos en un momento histórico caracterizado por la pandemia, que ha sacudido nuestra “normalidad”. Ahora mismo, la ausencia de experiencia previa sobre un shock de estas características y la elevada incertidumbre sobre su evolución, hace que tomemos cualquier ejercicio de previsión económica con mucha cautela.
No obstante parece haber un consenso que la pandemia sí ha acelerado ciertas tendencias que veníamos observando antes del pasado 2020. Existen dos sobre las que ya estaban observándose cambios antes de la covid-19. En primer lugar, el acento que la Unión Europea estaba poniendo en la digitalización y sobre todo la transición ecológica. El Green Deal europeo estaba ya dictando el camino y la dirección hacia los que la UE quiere enfocar sus políticas y recursos. Ya antes de la pandemia, la UE se había posicionado hacia una Europa más digital y más sostenible desde el punto de vista económico y medioambiental.
En segundo lugar, el comercio internacional estaba también en transformación. Hay quien habla de que estamos en un momento de desglobalización, reflejada por el menor crecimiento del comercio internacional de mercancías en relación al crecimiento mundial, el auge de las políticas y medidas proteccionistas en numerosos países y la contracción de las cadenas de valor globales.
Estas dos tendencias, que como decimos, no eran nuevas sí se han visto, no obstante, alteradas por la irrupción de la covid-19.
El plan de recuperación acordado por Europa, el Next Generation UE pone claramente el foco en proyectos e inversión focalizados en la digitalización y la sostenibilidad como palancas de la recuperación económica de los estados europeos. Esto sin duda acelerará la transformación de nuestras economías en esta dirección.
Así mismo, el comercio mundial, las cadenas de valor globales y la localización de la producción de ciertos bienes han sido también alteradas por la covid-19, lo cual ha demostrado el enorme riesgo asociado a la dependencia de suministros muy concentrados en pocos proveedores, (especialmente China) sobre los que hay poca capacidad de control.
Navarra es una comunidad muy abierta, dada la importancia del sector exterior sobre nuestro PIB, y por ello, no es ajena a esta transformación. No obstante, las buenas cifras de nuestro comercio exterior no deberían llevarnos a la autocomplacencia. Un análisis detallado evidencia dos cuestiones que es necesario tener en cuenta de cara a diseñar nuestra política de internacionalización. Nuestras exportaciones están excesivamente concentradas en pocas ramas de actividad y pocas empresas. Además, con una clara diferencia sobre otras regiones españolas, el 64% de las ventas fuera de España son realizas por filiales de empresas extranjeras ubicadas en Navarra. Este porcentaje se reduce al 17% en el caso del País Vasco, comparable en peso industrial a Navarra.
Esta semana hemos conocido las malas noticias relativas a M. Torres, arrastrada por la coyuntura actual. Necesitamos más “campeones internacionales”, en un tejido productivo diversificado, con mayor peso de las exportaciones de alta tecnología, con el fin de minimizar el impacto de shocks externos y/o las decisiones estratégicas de las empresas derivadas de la pandemia que puede llevar a la reestructuración y cambios de ubicación de empresas en las cadenas de valor globales.
La tarea de la internacionalización de nuestra economía no está finalizada. Al contrario, es ahora tanto o más importante que en etapas pasadas. Los mercados internacionales se están transformando y por ello, es necesario volver a invertir de manera decidida en la internacionalización de nuestras empresas, incentivando y facilitando su salida al exterior. Tan importante como preparar nuestro tejido para la era de la digitalización, que ya ha comenzado es que nuestro tejido empresarial siga compitiendo en los mercados internacionales, que nada tienen que ver con los de hace 20 años. Esto no ha cambiado y la apertura y competitividad de nuestras empresas en el exterior debe seguir siendo foco de especial atención por parte de las administraciones. Es necesario extender nuestro tejido exportador a un mayor número de empresas y sectores de actividad, incluidos los servicios.
En las últimas décadas, las cámaras de comercio han apoyado y acompañado a las empresas en su internacionalización y la Cámara Navarra lo seguirá haciendo también en este momento de transformación y adaptación a la nueva realidad.