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Relaciones UE-UK

Brexit abril 2020

 

 

Como no podía ser de otro modo, la crisis internacional provocada por el COVID19 ha dejado en un segundo plano el resto de asuntos que hasta ese momento ocupaban el centro de la agenda pública y mediática, entre ellos el Brexit, cuya segunda ronda de negociaciones estaba prevista que se celebrará  entre el 18 y 20 de marzo y tuvo que ser aplazada debido a la pandemia.

Sin embargo, conviene no olvidar que el tiempo avanza y, una vez transcurrido el primer trimestre del año, es buen momento para hacer un análisis de la situación actual. Tras oficializarse la salida del Reino Unido de la UE el pasado 31 de enero de 2020, nos encontramos dentro del periodo de transición acordado, el cual está previsto que finalice el 31 de diciembre de este año (dicho periodo podría ser prorrogado hasta un máximo de dos años, pero para ello la UE y el Reino Unido deberían llegar a un acuerdo antes del próximo 1 de julio, lo cual parece poco probable, ya que el gobierno de Boris Johnson –ingresado en el hospital debido al COVID19 en el momento de escribir estas líneas- ha reiterado en varias ocasiones su intención de no solicitar ningún tipo de prorroga adicional).

Hasta que finalice dicho periodo de transición, Reino Unido permanecerá a todos los efectos dentro del mercado intracomunitario, lo que supone que el comercio bilateral entre ambas partes continua funcionando del mismo modo al que venía haciéndolo antes de la salida de este país de la UE (principio de libertad de circulación de las mercancías). No obstante, como señalaba recientemente el negociador jefe de la UE para el Brexit, Michel Barnier, esta situación puede crear una sensación de falsa seguridad, tanto para nuestras empresas como para las empresas británicas, ya que cuando acabe el periodo de transición los cambios en el comercio bilateral entre UE y Reino Unido serán inevitables (imposición de controles fronterizos, posible establecimiento de aranceles para determinados productos, barreras no arancelarias, etc).

A principios de marzo se produjo, en Bruselas, la primera ronda de negociaciones entre la UE y Reino Unido, en la que se pusieron  de manifiesto las importantes diferencias que existen por ambas partes. En lo que respecta al ámbito comercial, la UE ha expresado su deseo de lograr un Acuerdo lo más ambicioso posible que elimine todo tipo de aranceles y cuotas, y que abarque no solo al comercio de mercancías, sino también al de servicios, inversiones bilaterales, propiedad intelectual o licitaciones públicas, entre otros ámbitos.

No obstante, para ello, la UE exige que se respeten una serie de principios básicos, siendo uno de los principales el famoso “level playing field”. Es decir, ambas partes deben asegurar que no se produzcan distorsiones en sus relaciones comerciales, ni ventajas competitivas injustas. Unido a lo anterior, en la Declaración Política acordada por Reino Unido y la UE se hacía hincapié, también, en la necesidad de mantener un alto nivel de estándares en las futuras relaciones bilaterales, que protejan a ciudadanos, consumidores, trabajadores, así como al medio ambiente. El problema hasta el momento es que Reino Unido se niega a trasladar estos compromisos a un acuerdo conjunto por escrito, o a establecer los mecanismos apropiados que aseguren que dichos compromisos se cumplan. Esto, junto a otras importantes diferencias en materias como la cooperación policial y judicial en asuntos criminales, la gobernanza del posible futuro acuerdo, o el asunto pesquero, así como al escaso periodo de tiempo disponible para la negociación, hacen que a día de hoy parezca difícil un Acuerdo antes de finalizar el periodo de transición (aunque nada es descartable en este proceso del Brexit, como hemos visto hasta la fecha). En este sentido, conviene señalar dos claves que la UE ha destacado para poder tener éxito en este proceso de negociación: no volver atrás en los compromisos ya alcanzados por ambas partes y mantener el respeto mutuo (Reino Unido ha reiterado en varias ocasiones que quiere mantener su independencia, pero también debe aceptar que la UE marque sus propias reglas para abrir sus mercados de bienes y servicios).

Como conclusión para nuestras empresas, y aunque todavía parece lejano el 2021 (más ante la situación actual de lucha contra el COVID19 en la que nos encontramos inmersos), conviene  no descuidarse en la preparación para el Brexit, ya que cada vez queda menos tiempo para la salida definitiva de Reino Unido del mercado único.